− Es Miriam Sánchez, a esa mujer le pagan por
soñar, todos sabemos que la Nasa le
compra los sueños− El taxista señaló a una mujer alta y
morena que estaba en la vereda.
−Esa es su librería− agregó mostrando un cartel
escondido entre las orquídeas en donde se leía “El Pórtico”.
Entré en el local y
acaricié un ejemplar de cubierta rugosa. La señora
Sánchez se acercó –No ha perdido la atracción mágica a pesar del tiempo, Shakespeare sabía
cómo atrapar al lector– Hizo
un gesto y no pude rechazar la invitación: abrí el
libro.
Desde hace días, años (no estoy seguro)
intento salir del Sueño de una Noche de Verano o ¿del sueño
de la librera? Mi nombre es Demetrio y me
atormenta la sospecha de que para la soñadora, sólo soy uno más.
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