ENAMORADA DE LAS PALABRAS
(y de los silencios)
BRASAS QUEDAN
Esa noche en el umbral, Nancy y Julián se inflamaron con sus caricias.
A la mañana, el sodero, en el mismo lugar, por prudencia, sepultó con el pié las últimas brasas entre los residuos ocres y húmedos del otoño
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